El teatro está claramente concebido para ser representado. En algunas ocasiones nos acercamos a las obras teatrales a través de su representación, sin conocimiento previo de su texto, pero en otras nos sentamos en las butacas habiendo leído todas las líneas de los personajes y, entonces, cuando se conoce previamente la trama, nos fijamos en una serie de detalles que de otro modo pasarían inadvertidos.
Con esta pequeña introducción quiero comenzar esta entrada que es en realidad una reseña en una doble vertiente: literaria y escénica. Os presento “Esperando a Godot” de Samuel Beckett y os comentaré mis impresiones de su puesta en escena por la compañía Excéntrica Producciones.
La obra
Didi y Gogo, dos vagabundos, esperan a Godot, personaje del que incluso ignoran su apariencia física. Esta espera se convierte en su objetivo, parecen volcar en Godot todas sus esperanzas para encontrar un sentido a sus vidas. Entretanto, intentan pasar el rato como pueden con discursos absurdos y sin sentido. Con la llegada de Pozzo y Lucky, dueño y esclavo, la espera parece amenizarse. Finalmente la llegada de un mozo, que les anuncia que Godot no vendrá ese día, todo parece cerrarse en un círculo vicioso infinito.
Así contada parece que no tiene mucho sentido, y es que los hechos en sí no lo tienen. No en vano nos encontramos ante uno de los grandes ejemplos del teatro del absurdo. Ahora bien, esta obra encierra un profundo significado. No podemos olvidar que fue estrenada en París en 1953, en un momento histórico muy particular tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los ánimos estaban por los suelos y existía un clima total de desconfianza: en el futuro, en los demás. Tras las consecuencias de una guerra tan dura la gente se sentía muy desubicada y creo que es precisamente eso lo que queda plasmado perfectamente en la obra.
Por eso, si os animáis a leerla, probablemente os quedéis completamente desconcertados. Y es que es desconcertante. No sabes muy bien por dónde cogerla. Los diálogos son absurdos en su mayoría, sin sentido aparente. Parece que la acción no va a ninguna parte. Pero me he dado cuenta ahora de que es una obra de muy lenta asimilación. Al terminarla, no le encontraba sentido, pero conforme la iba “rumiando” y ha ido pasando el tiempo me parece cada vez mejor y más profunda. A mi gusto refleja muy bien la desazón interna de los personajes, lo perdidos que se encuentran; incapaces de tomar las riendas de su vida y confiados en que un desconocido ajeno a ellos les dé un sentido a su existencias.
Dicen que Beckett comentó poco después de recibir el premio Nobel que Esperando a Godot era una obra “horriblemente cómica”. Yo tengo que reconocer que, para mí, es una obra "tremendamente amarga".
VLADIMIR: ¿Qué? ¿Nos vamos?
ESTRAGÓN: Vamos
(No se mueven)
Su representación
Después de lo desorientada que me dejó su lectura en un primer momento estaba deseando verla representada. Tuve la suerte de darme cuenta de que estaba en cartel en mi ciudad poco tiempo después, así que me falto tiempo para sacar las entradas :).
La representación corría a cargo de Excéntrica Producciones (tengo que reconocer que no conocía la compañía previamente). Lo primero que me llamó la atención fue la estética elegida, como de un circo decadente. Evidentemente esto supone una interpretación libre de la obra en cuanto que la única descripción inicial del escenario que hace Beckett es:
Camino en el campo, con árbol.
Anochecer
Me pareció muy original e interesante. El escenario estaba lleno de banderines, confeti, peanas de domador, pero en un estado de dejadez o abandono. Nunca se me habría ocurrido plasmar así la obra pero me parece muy apropiado, en consonancia con el propósito del autor (recordemos que para él era horriblemente cómica) y con el tono descorazonador de la obra. El vestuario evidentemente estaba en consonancia con el escenario: trajes ajados, llenos de polvo. El único elemento que no fue de mi agrado era el árbol, en exceso raquítico. Entiendo que era sólo conceptual pero para ser el único objeto definidor de la escena debería haber tenido un lugar más representativo.
Es una obra con muy pocos personajes, tan sólo cinco. Didi y Gogo se pueden considerar los protagonistas, si estuviéramos valorando una obra más convencional. Me gustó cómo los actores supieron reflejar la especial relación entre ellos: el tono resabiadillo, pero al mismo tiempo protector de Didi y la ingenuidad de Gogo. Compañeros por accidente, o por necesidad, en esta infinita e infructuosa espera. Me gustó particularmente Pozzo. Su personaje puede parecer desagradecido, pero a mi gusto supo presentarlo muy bien como domador, elección a mi gusto estupenda, ideal para llevar a escena al personaje.
Una de las cosas más llamativas del teatro es comprobar las diferentes perspectivas de los que nos sentamos en el patio de butacas. Durante el famoso parlamento de Lucky, tras el -¡Piensa, cerdo! de Pozzo, se escucharon bastantes carcajadas. Tengo que reconocer que para mí es de las escenas más tristes de la obra. La escena de los sombreros también pareció gustar bastante, pero a mí me resultó deslucida, yo me la imaginaba más alocada y larga.
Me encantaría destacar la incorporación de la música en directo a escena, todo un acierto. Es esencial para crear el ambiente circense, no solamente por las melodías, sino también por los efectos sonoros que incluían bastante simpáticos.
Creo que la obra quedó perfectamente plasmada en esta representación. Me pareció muy original su puesta en escena. Creo que merece la pena, de modo que si tenéis ocasión de verla os la recomiendo.
He encontrado este vídeo en internet de la obra en la representación de esta compañía en la que se ven perfectamente muchos de los elementos que he comentado.
Samuel Beckett (Dublín, 1906-París, 1989) estudió en la Portora Royal School y el Trinity College de su ciudad natal, y posteriormente fue profesor de la École Normale Supérieure de París. En esta ciudad conoció a James Joyce, al que consideró maestro y amigo. Participó en la Resistencia francesa durante la segunda guerra mundial y en 1945 se instaló definitivamente en Francia, donde escribió toda su obra. En 1969 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Yo he leído
Título: Esperando a Godot
Autor: Samuel Beckett
Traductora: Ana María Moix
Editorial: Tusquets (colección Fábula)
Edición: Decimocuarta, noviembre 2009
Número de páginas: 127
Fantástica reseña. Personalmente me cuesta un poco leer libros de teatro, soy más de ir a ver las representaciones siempre que tengo ocasión, pero me encantaría leer a Shakespeare, que tengo Hamlet en casa y nunca me he atrevido (eso sí, la peli de Mel Gibson la he visto un millar de veces).
ResponderEliminarBueno, aprovecho para decirte que tienes un regalo en mi blog. Espero que te guste.
¡Un beso!
Muchísimas gracias!
EliminarEl teatro siempre está mejor sobre el escenario! La pena es que hay tantas obras y tan pocas compañías... :)
Con Shakespeare todavía no me he atrevido. Es una falta a la que debo poderle remedio pronto!
Muchísimas gracias por tu regalo! Me ha encantado que te hayas acordado de mi
Un beso muy fuerte